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La Condesa sangrienta


"El camino está nevado, y la sombría dama arrebujada en sus pieles dentro de la carroza se hastía. De repente formula el nombre de alguna muchacha de su séquito. Traen a la nombrada: la condesa la muerde frenética y le clava agujas."


Inspirada en el trabajo de investigación de Valentin Penrose, Alejandra Pizarnik escribió esta mezcla de cuento, dividido en capítulos, con ensayo que contiene mucha carga lírica sobre la vida de Erzsébet Báthory o, como ya muchos la conocen, la Condesa sangrienta.

Esta asesina serial que vivió entre finales del Siglo XVI y principios del Siglo XVII  en Rumania, es una de las grandes inspiraciones en relatos de vampiros. Su sadismo y su sed de sangre han despertado la fascinación de varios autores, entre ellos Sheridan Le Fanu con su famosa Carmilla. 

La escritora francesa Valentin Penrose ha realizado un trabajo de investigación sobre su figura utilizando documentos de la época en donde relatan las torturas a las que la Condesa exponía a sus discípulas y sirvientas. Se presume que asesinó a seiscientas cincuenta mujeres. Por supuesto, que las autoridades tomaron cartas en el asunto cuando las víctimas fueron de familias nobles, vale la aclaración con cierto sarcasmo. 

 

Alejandra Pizarnik deslumbra con uno de sus trabajos más oscuros en donde retrata la monstruosidad de la Condesa, su creatividad para infligir dolor y el deseo de juventud eterna ante la desolación de una inminente muerte. 

 

En esta edición de Zorro Rojo, acompaña el trabajo impecable del artista plástico Santiago Caruso que ensalza el trabajo de Pizarnik y lejos de dejarlo en un segundo plano, lo vuelve visualmente aterrador. 

Tuve la oportunidad de ver estas pinturas personalmente en una muestra realizada en Palermo hace ya varios años. La paleta de colores, las texturas, cada detalle es hermosamente oscuro. 

Una verdadera pieza de colección para las personas amantes de los libros ilustrados.

 

 


La jaula mortal

Tapizada con cuchillos y adornada con filosas puntas de acero, su tamaño admite un cuerpo humano; se la iza mediante una polea.

La ceremonia de la jaula se despliega así:

La sirvienta Dorkó arrastra por los cabellos a una joven desnuda; la encierra en la jaula; alza la jaula. Aparece la «dama de estas ruinas», la sonámbula vestida de blanco. lenta y silenciosa se sienta en un escabel situado debajo de la jaula.

Rojo atizador en mano, Dorkó azuza a la prisionera quien, al retroceder —y he aquí la gracia de la jaula— se clava por sí misma los filosos aceros mientras su sangre mana sobre la mujer pálida que la recibe impasible con los ojos puestos en ningún lado. Cuando se repone de su trance se aleja lentamente. Han habido dos metamorfosis: su vestido blanco, ahora es rojo y donde hubo una muchacha hay un cadáver.

 

Alejandra Pizarnik.