Esta novela de Grady Hendrix es la historia de Louise de treinta y nueve años, que vuelve a la casa de su niñez tras la muerte repentina de sus padres. El libro está divido por las etapas del duelo: negación, ira, negociación, depresión y aceptación. 

El problema es que la relación con su hermano menor Mark, va de mal en peor cuando se entera que la vivienda será heredada por él y que a ella sólo le toca las creaciones de su madre; una colección enorme de muñecos, títeres y otras manualidades. 

Cuando Mark quiere tasar la casa, su prima Mercy que trabaja en una inmobiliaria, le dice que el lugar está embrujado y que hasta que no resuelva el problema no va a poder venderla. 

"A veces había que ser cruel, pero ese era el precio que había que pagar por ser adulto."

Si bien la novela entra dentro de la categoría de terror, el verdadero valor de la obra recae sobre el desarrollo de sus personajes, principalmente, el vínculo entre hermanos. De ahí se desprenden los recuerdos, las rivalidades, las peleas así como también la complicidad, el juego y la fraternidad. Para poder "limpiar" la casa, Louise y Mark deberán rememorar la infancia y descubrir los secretos familiares. 

La maternidad también está muy presente; desde el vínculo de Louise con su madre hasta con su pequeña hija de cinco años, Poppy. Louise teme ser una mala madre y su ex marido siempre la acusa de serlo.

El autor matiza muy bien los momentos más escabrosos con sentido del humor, así que si son impresionables pueden leer con tranquilidad.

Me pareció muy acertada la analogía del duelo con el desarrollo de la trama en general, pero sobre todo disfruté mucho de la historia sensible que hay detrás. Grady Hendrix es un autor que vale la pena conocer.  

"Lloró porque al fin entendió que el tiempo solo avanza en una dirección, por mucho que deseemos otra cosa." 

Les dejo las otras reseñas del autor: Grupo de apoyo para final girls, Guía del club de lectura para matar vampiros y El exorcismo de mi mejor amiga.