"Quería ver el mundo con mis propios ojos. Ponerme a prueba. Quería una vida que fuese solo mía, de nadie más".
"A fuerza de viajar y de leer siempre me convencía de que no sabía nada. Así es la vida. Una duda continua."
"No es cuestión de ser expertos o novatos. Si lo plantea así, ni siquiera yo lo soy tanto. Lo importante es sentir emociones al toparse con un libro."
Tatako tiene veinticinco años, está saliendo hace meses con un compañero de trabajo, hasta que él le cuenta en uno de sus encuentros que se va a casar. La novia es otra colega así que Tatako completamente desarmada, decide romper el amorío y renunciar. Su madre oficia de mensajera y así es como un día la llama su tío; un viejo librero que le ofrece casa gratis para que pueda transitar ese momento. Tatako que no lee va a vivir a la librería de su tío que está ubicada en Tokyo, en un barrio lleno de librerías llamado Jinbocho.
Esta novela me cautivó con su pluma sencilla, su sensibilidad y el escenario maravilloso rodeado de libros que son importantes para el desarrollo de la protagonista.
El tío fue el personaje que más me gustó porque es sabio y lejos de querer incomodar a su sobrina, la apoya incondicionalmente con la dosis justa entre darle espacio y empujarla a rehacer su vida.
Takako me recordó a la letra de la canción Right where you left me de Taylor Swift de su álbum Evermore, porque también se siente paralizada después de la noticia que le da su amante. No logra salir de ese bucle a medio camino entre el rencor y el desamor.
Lamento desconocer acerca de la literatura japonesa dado que hay muchas referencias que seguramente para quienes estén en tema, la obra tomará otra dimensión.
Una historia dulce con un toque optimista para leer cuando la realidad se pone dura.
A la fecha cuenta con una secuela que espero leer pronto dado que me encariñe rápidamente con los personajes.
Mis días en la librería Morisaki es una carta de amor a la vida y a los libros.
Sinopsis
El barrio de las librerías y de las editoriales, paraíso de los lectores. Un rincón tranquilo y ajeno al tiempo, a pocos pasos del metro y de grandes edificios modernos. Filas y filas de escaparates llenos de libros, nuevos o de segunda mano.
Takako, con veinticinco años y una vida bastante descolorida, no suele frecuentar ese barrio. Sin embargo, es allí donde se encuentra con la librería Morisaki, que ha pertenecido a su familia durante tres generaciones. Una tienda de apenas ocho tatamis en un antiguo edificio de madera, con una habitación en la planta superior que se utiliza como almacén. Es el reino de Satoru, el excéntrico tío de Takako, que, entusiasta y un poco trastornado, dedica su vida a los libros.
Pero Takako es el polo opuesto de su tío; no ha salido de casa desde que el hombre del que estaba enamorada le dijo que quería casarse con otra. Es Satoru quien le lanza un salvavidas y le ofrece mudarse al primer piso de la librería. Ella, que no es una gran lectora, se encuentra viviendo en medio de torres de libros que se desmoronan y de clientes que no dejan de hacerle preguntas y de citar a escritores desconocidos.
Entre discusiones cada vez más apasionantes sobre la literatura japonesa moderna, un encuentro en un café con un tímido desconocido y unas revelaciones sobre la historia de amor de Satoru, Takako irá descubriendo poco a poco una forma de comunicarse y de relacionarse que parte de los libros para llegar al corazón.