"Los teatros no son como otros sitios. Son un portal entre nuestro reino e innumerables otros."
Reseña
"Con una comedia te puedes reír, pero la olvidarás con el tiempo. La tragedia se te queda en la cabeza. Se pega a tu corazón. Siempre recuerdas lo que te hizo sentir."
Jennifer Wilcox está en apuros porque su hermano mayor Greg huyó de Londres con una mujer después de robar unas joyas a su empleadora. Sin trabajo y con sus tres hermanos menores a cuestas, acepta el generoso empleo que le ofrece la señora Dyer en el teatro como ayudante de vestuario de la estrella principal, Lilith Erikson. La señora Dyer no es inocente y pretende que Jennifer sea su espía, ya que sospecha que la señorita Erikson y su marido, dueño del teatro, tienen un amorío. Lilith es una diva en su forma de desenvolverse frente a los demás pero una intérprete mediocre sobre las tablas. Cuando el señor Dyer le regala el reloj de un difunto gran actor ella no duda en hacer un pacto con la musa de la tragedia griega, Melpómene. La tragedia cae sobre el teatro y todos los involucrados, pues por la excelencia hay un alto precio que pagar.
Laura Purcell ya me había embrujado con su novela Compañías silenciosas; una historia de casa encantada con un toque original. Cuando leí la sinopsis de Las tragedias de la musa, supe que era para mí y debo admitir que no me equivoqué ya que me atrapó de principio a fin.
Dividida en cinco actos que hacen alusión a obras de teatro clásicas, la autora no escatima en detalles sangrientos produciendo imágenes que se quedan con una horas después de haberlo leído.
Me parece que está muy bien estructurada la trama de la novela porque las motivaciones de los personajes son muy humanas; el amor, el miedo, la soledad, la pobreza. Las circunstancias llevan sobre todo a la tríada de mujeres conformada por Jennifer (que además oficia de narradora), Lilith y la señora Dyer a estar atrapadas entre la espada y la pared; ya sea por un hombre o por su propia reputación, temerosas de caer en la desgracia. En este escenario aparece la superstición propia del teatro y el pacto con la musa que le dan el toque sobrenatural y escabroso al libro.
Por otra parte debo reconocer que me dieron muchas ganas de leer Macbeth y releer Fausto, eso siempre es un plus; cuando una ficción te lleva derecho a conocer otras, en este caso dos clásicos.
Las tragedias de la musa está en mi podio de lecturas de éste año y pasa directamente a mi lista de favoritos. Teatro, obsesión, superstición y tragedia.