Título: Apagadas están las luces
Autor: Richard Laymon
Cantidad de páginas 172
Editorial Martínez Roca
Año de publicación 1984
El autor de El sótano descorre en su última novela el telón tras el cual se ocultan aberraciones indescriptibles. Cada semana, cuando se apagan las luces, el cine del pueblo proyecta una nueva película de terror. Las escenas, morbosas y sádicas, impresionan por su realismo. Los cuerpos desmembrados, las vísceras arrancadas, las decapitaciones, los banquetes antropofágicos, la sangre que mana a torrentes… todo produce una truculenta sensación de autenticidad. Los espectadores reaccionan histéricamente pero se consuelan pensando que son trucos cinematográficos…
Apagadas están las luces es una nouvelle de terror con descripciones burdas y mucho gore, por el maestro de lo macabro; el difunto Richard Laymon.
Este es un relato coral que transcurre en dos líneas de tiempo con personajes que eventualmente se fusionaran en una sola. Por un lado, un grupito de cineastas aficionados realizan pequeños cortometrajes en donde efectivamente asesinan, de manera cruel, a varias personas que no tienen familiares que se preocupen por ellos. Estos cortos son visionados en un cine de Los Ángeles en una doble función (double feature) con películas del mismo género, pasando desapercibidas entre los espectadores ansiosos de sangre y tripas.
Por otro lado, la pareja de Dal y Connie pende de un hilo cuando él le es infiel con una clienta del negocio en donde trabaja. La mujer resulta ser una millonaria con un secreto bastante turbio que terminará por salirse de control.
Del mismo autor leí y reseñe el libro Sangre en el bosque que, a mí parecer, es bastante más morboso que este. Lo que no implica que este sea un lecho de rosas, no me malinterpreten, tiene mucho sexo, muertes atroces, torturas y el caracteristico humor negro. Si fuese una película diría que es un slasher en toda regla con una historia de secretos sucios muy al estilo culebrón.
Es una nouvelle entretenida no apta para estómagos sensibles o lectores puritanos. Es una bomba de tiempo que no se toma en serio a sí misma y por eso es disfrutable a su manera.
Me gustó mucho el personaje de Connie, se sale de los cánones de este tipo de propuestas y Laymon nos brinda sorpresas que me hicieron soltar más de una carcajada. Todo lo contrario con Dal y Elizabeth, la amante millonaria, que son detestables y por eso su destino resulta divertido al final. Una quiere que les vaya mal si son gente detestable y falsa.
En cuanto a los cineastas no cuento mucho para que no pierdan el efecto sorpresa, me ha gustado su desarrollo también.
Es un libro ideal para leer la noche del 31 de octubre si buscan sangre, asesinatos cruentos, encuentros sexuales brutos y un sinfín de personajes que van y vienen en circunstancias desopilantes y vueltas de tuerca macabras.
Richard Laymon logra un cóctel de muerte para los que aman el gore y el terror en sí. Cuidado que la sangre salpica. Les recomiendo tener un quitamanchas a mano.