Esta es la tercera entrega de la exitosa saga Los crímenes de Fjällbacka de la escritora sueca Camilla Läckberg.
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La destreza de la autora mejora entrega a entrega. La capacidad que posee para crear personajes diversos con una complejidad tridimensional que encima responde a una historia con coherencia a través de los años, es para aplaudir de pie. Estamos hablando de grupos familiares con sus linajes en los que se encuentran secretos, venganzas, traiciones, tabúes. Aparte el hilo que unifica cada novela son los personajes de la policía de la localidad costera Fjällbacka, Patrick Hedstrom a la cabeza, su ahora pareja Erica, su hermana Anna que sufre violencia de género por parte de su marido Lucas y que también involucra a sus dos hijos pequeños, Mellberg el comisario incompetente, Gosta y Ernst, Martin compañero policía de Patrick y Annika administrativa que siempre aporta su intuición en cada caso a resolver.
En Las hijas del frío un pescador trabaja en su embarcación cuando divisa que su red ha pescado algo más que langostinos. Cuando la presa cae sobre la popa encuentra el cadáver de Sara, una niña de siete años de edad quien presuntamente murió ahogada, o al menos es lo que creen en un principio.
A Patrick le choca mucho ver el cuerpo porque sabe quién es, la hija de Charlotte amiga de Erica, ademas han tenido su primera hija juntos, Maja y no puede evitar identificarse desde el lugar de padre. La investigación avanza a paso de tortuga lo cual irrita sobremanera a Patrick quien siente la impotencia cuando se descubren en los pulmones de Sara agua de bañera (porque había mezcla de jabón y shampoo) y ceniza. Ahora saben que la niña ha sido asesinada. A partir de aquí, la autora abre varias subtramas familiares que incluyen a los vecinos de la familia de Sara, un matrimonio que tiene a un hijo de treinta años con síndrome de Asperger; personaje por el que he sentido mucha curiosidad ya que había leído algo sobre dicho espectro de autismo hace tiempo. Los padres de Morgan, así se llama, sobretodo el padre Kaj tiene una enemistad con Lilian Florin, abuela de Sara, por lo que sus disputas vecinales serán un dolor de cabeza para la policía.
En paralelo, la autora nos cuenta la historia de Agnes, hija de un acaudalado empresario y Anders, su empleado quien se dedica a picar granito en las cuevas en la década del '20. Su amorío secreto está conectado con el presente de alguna manera así que capítulo a capítulo el lector debe unir las piezas para tratar de entender qué tiene que ver una historia con la otra. He aquí la maestría de Camilla en lograr unificar dichas piezas teniendo tiempo para que podamos conocer a cada uno sin marearnos. En el medio se tratan varios temas importantes como la violencia de género, la depresión postparto, el adulterio, la pedofilia y la homofobia. Nada mal teniendo en cuenta que un tema desemboca en otro y que todos terminan con el abuso de poder como base. Los conflictos interpersonales de control en los vínculos son moneda corriente y Camilla sabe como mostrarlos. Algunos de estos personajes se inclinan hacía el mal y otros tienen el espectro de la escala de grises. Quién o quiénes son los responsables del asesinato de Sara es sólo una piedra en el camino de todas las revelaciones que aparecen página tras página.
Camilla sabe como mantener el interés del lector con una historia de humanos. Acá no hay asesinos hiper inteligentes con humor sádico, acá hay personas trastornadas por su pasado, su linaje, sus ancestros, su mentalidad cerrada.
Quizás el lector también pueda identificar sus propias falencias en este thriller que promete y cumple.