Antes que nada debo decir que hemos sido engañados. El chocante gran final de esta novela es el spoiler que todos conocemos.
Si no sabes de que estoy hablando, mejor, quiere decir que todavía hay inocencia y podes leerlo virgen.
Escrito magníficamente por Robert Louis Stevenson, El extraño caso del doctor Jekyll y Mister Hyde es una historia que tiene varias lecturas y sigue vigente a pesar del correr de los años porque pone en palabras la compleja naturaleza humana de una manera muy polarizada. El lado altruista, civilizado que busca la paz y armonía versus el lado rebelde, salvaje y perverso que disfruta con el sufrimiento ajeno.
La trama se desarrolla en un halo de misterio con secretos que se van develando poco a poco por el Señor Utterson, un hombre serio, parco y reservado, quien se ve envuelto en un dilema moral cuando se entera que su amigo, el doctor Jekyll, planea dejarle su fortuna a un desgraciado despreciable conocido como Hyde. Es tal la repugnancia que causa este tal Hyde que caballeros de buenos modales confiesan a Utterson la negligencia de Jekyll, al tenerlo como protegido.
La novela es vista por muchos como una alegoría a la clásica lucha del bien y del mal, otros a la represión de los bajos instintos y la culpa con la que se carga por ellos cuando se es una persona con aspiraciones altruistas.
Para los conocedores de la psiquiatría el libro retrata el trastorno disociativo de la identidad, que implica cuando en una misma persona conviven múltiples identidades muy diversas entre sí. Como si la persona no pudiera integrar las diferentes partes de sí mismo y tuviera que separarlas y darles un nombre distinto a cada una.
Para otros, es un claro ejemplo de la represiva época victoriana en donde las personas aspiraban a ser respetables y civilizadas teniendo que reprimir aquellos aspectos humanos más degradantes, como la ira y la lujuria.
Independientemente del significado que uno elija darle, El extraño caso del Doctor Jekyll y Mister Hyde es un clásico de la literatura que merita ser leído más allá de las adaptaciones audiovisuales y cualquier idea preconcebida que uno pueda tener. Y sí, cabria preguntarse si uno mismo a veces se polariza tanto en un extremo de la balanza, como en el otro, ya que todos somos un poco Jekyll y un poco Hyde.