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El reloj de sol


La maestra del horror, Shirley Jackson, nos deleita con esta novela que utiliza el fin del mundo para hablar del actual.¿Cuál actual? Pues cualquiera que esté habitado por seres humanos, por supuesto. 
La señora Halloran, segunda esposa del señor Halloran, es señalada como la responsable de la trágica muerte de Lionel Halloran, hijo del señor Halloran y su primera esposa. ¿Los estoy confundiendo? No sé preocupen que Shirley lo narra mejor que yo. Después del funeral de Lionel, la familia vuelve a la mansión que ahora es dominada por la señora Halloran, quien deja muy en claro su postura de matriarca. Pobre quien ose contradecir algo, será severamente repudiado y obligado a bajar la cabeza ante Su Majestad. 
Jackson nos presenta a un grupo de personajes variopinto y bastante excéntrico. Mi favorita es la pequeña Fancy, inteligente y perversa, parece ser la única coherente en ese nido de locos. 
Francés Halloran, alias tía Fanny, tiene un encuentro con su padre difunto, a quien ve, tras perderse en el jardín secreto, junto al reloj de sol, comunicandole que el fin del mundo se acerca y que ellos (sí, ese grupo excéntrico) son los elegidos para fundar el nuevo mundo. Le da instrucciones específicas que Fanny irá revelando conforme avanza la historia. Una de ellas es que no podrán salir de la mansión.
Nuevamente, Jackson toca el tema del cautiverio autoimpuesto, al igual que en sus novelas: La maldición de Hill House y Siempre hemos vivido en el castillo. Mucho se especula con esto, para mí, según lo que he leído sobre la vida de la autora, se traduce en la poca o nada libertad que tuvo Jackson en su vida. Tuvo una madre opresora, se casó joven con un hombre que siempre la despreció y que le contaba en detalle lo que hacía con sus amantes además de ejercer violencia económica; no la dejaba administrar su propio dinero. Vivió su vida de casada en un pueblo pequeño y conservador donde era mal vista y nunca se acopló al rol obligatorio de madre/ esposa devota que la sociedad patriarcal quiere para las mujeres. Tenía sobrepeso y neurosis, se dedicó al alcohol y murió a los 48 años por un ataque cardíaco, producto de la mezcla de fármacos. Debió ser difícil para una mujer tan inteligente vivir sumisa y reprimida, así que sus protagonistas femeninas reflejan este estado de confinamiento a la casa. Al molde impuesto. 
Hay una parte de El reloj de sol que me resultó escalofriante, en la que la joven Julia decide huir de la mansión. Es la descripción que Jackson hace con la que me sentí identificada, el momento violento en donde uno se siente vulnerable, expuesto. Me dio absoluto terror. 
Al igual que hiciera en su famoso cuento La lotería, vuelve a poner en relieve el comportamiento humano en grupo y agrega la marcada diferencia social entre la gente de pueblo; el populacho, y la gente de bien, distinguida que se creen superiores por tener dinero y educación. De hecho, en esto hace hincapié ya que la servidumbre de la mansión ni siquiera participará de ese nuevo mundo que los espera. 
El reloj de sol se publicó en 1958 y aún hoy, año 2019, la sociedad mantiene muchas estructuras y juicio de valores basados en el estatus quo por lo que, salvando algunos detalles, es completamente actual. Gracias a las editoriales que por fin han publicado la obra de esta gran escritora en español. Shirley Jackson merece ser reconocida y recordada.
Quizás así podamos devolverle algo de todo lo que nos legó.